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Revisión 1
General-Glosario
“Nunca utilizaré una
palabra rebuscada cuando haya una sencilla que cumpla su función. Sé que hay
profesores en este país que “practican la resección de las amígdalas”. Otros
cirujanos las extirpan, y el resultado es exactamente el mismo”.
Oliver Wendell Holmes (Citado por Robert A.
Day en “Cómo escribir y publicar trabajos científicos”).
El DRAE define a la “jerga” como el “lenguaje especial y
familiar que usan entre sí los individuos de ciertas profesiones y oficios,
como los toreros, los estudiantes, etc.” y agrega como sinónimo a la
“jerigonza” (lenguaje difícil de entender).
En
su respectiva entrada, el DRAE define a la “jerigonza” como el “lenguaje especial de algunos gremios” o
bien como “lenguaje de mal gusto, complicado y difícil de
entender”.
Al respecto expresa Robert Day que: “El tipo favorito de
verbosidad que aflije a los autores es la jerigonza. El síndrome se caracteriza,
en los casos extremos, por la total omisión de palabras sencillas. Los
escritores que padecen esta enfermedad nunca usan nada... lo utilizan.
Nunca hacen... realizan. Nunca empiezan... dan
principio. Usan inicial por primero, postrero por último,
previamente por antes, en etapa ulterior por después,
considerar inapropiado por desaprobar, idóneo por apropiado
y plétora por muchos. Algún autor patinará a veces y utilizará
bien la palabra medicamento, pero la mayoría se pondrá a salivar como perros de Pavlov ante
la idea de poder utilizar agente farmacoterapéutico. ¿Quién usaría la
ridícula palabra hoy pudiendo usar la elegante expresión en la
coyuntura actual?”.
El mismo autor, citando a Stuart Chase,
comenta la divertida “anécdota del fontanero que escribió a la Oficina de
Normas de su ciudad diciendo que había descubierto que el ácido clorhídrico
servía para desastacar cañerías. La Oficina contestó: «La eficacia del ácido
clorhídrico es incontrovertible, pero los remanentes de cloro resultan
incompatibles con la perduración del metal». El fontanero replicó que le
agradaba saber que la Oficina estaba de acuerdo. La Oficina lo intentó otra
vez, escribiéndole «No podríamos asumir la responsabilidad de la producción de
residuos tóxicos y nocivos como consecuencia de la acción del ácido
clorhídrico, y le sugerimos la utilización de algún procedimiento alternativo».
El fontanero dijo otra vez que le agradaba saber que la Oficina era de su misma
opinión. Finalmente, la Oficina escribió al fontanero: «No use ácido
clorhídrico; las tuberías se van al diablo». Así acaba la narración, pero bien
podemos concluir que el fontanero por fin quedó claro. Podemos preguntarnos
ahora ¿de quén fue la culpa?, ¿El fontanero estaba obligado a entender o la
Oficina gubernamental estaba obligada a darse entender?
Podríamos escuchar variadas opiniones, pero me gusta la del
mismo autor cuando dice: “¿Debemos comparar al científico con un fontanero, o
es quizá el científico alguien más importante? Teniendo el científico un título
de doctor, ¿no debería saber algo de filosofía? Estoy de acuerdo con John W.
Gardner, que dijo: «Una sociedad que desprecie la competencia profesional en la
fontanería porque esta es una actividad humilde y tolere la chapuza filosófica
porque la filosofía es una actividad elevada no tendrá buenos fontanero ni
buenos filósofos. Tanto sus cañerías como sus teorías gotearán lamentablemente»
(Science News, p. 137, 2 de marzo de 1974).”
Y agrega “me gusta la forma de decirlo de Aaronson: «Sin
embargo, con demasiada frecuencia la jerga de los especialistas científicos es
como la retórica política y la jerigonza burocrática: áspera al oído, difícil de
entender y torpe. Los que la usan suelen hacerlo porque prefieren las palabras
pretenciosas y abstractas a las sencillas y concretas».”
En fin, el problema de jerga, continúa diciendo Robert Day, “es
que se trata de un lenguaje especial, cuyo significado solo conoce un grupo de
«iniciados»”, pero “la jerga no implica necesariamente la utilización de
palabras especializadas. Ante la posibilidad de elegir entre dos palabras, el
amigo de la jerga escoge siempre la más rebuscada. No obstante, cuando se
divierte de veras es convirtiendo afirmaciones breves y sencillas en largas
ristras de palabras. Y, normalmente, esa palabra o esa serie de palabras más
rebuscadas no son tan claras como la expresión sencilla. Desafío a cualquiera a
que demuestre que “en la coyuntura actual” significa, a pesar de toda su
ampulosidad, algo más que un simple “hoy”.”
Algunos ejemplos:
JERGA MÉDICA
¿Ha escuchado conversar a un médico con sus colegas? ¿O
eventualmente con sus pacientes? He aquí una pequeña muestra de la jerga médica
“traducida” al español:
Médico:
Señora, tiene usted hipertensión.
Señora:
¿Yo? Pero si me cuido mucho, fíjese que casi ni le echo sal a la ensalada.
Médico:
Ya, pero es que su hipertensión es idiopática…
Señora:
Ah…
Significado: No tengo ni
puñetera idea de cuál es la causa.
Tiene
usted una infección
nosocomial.
Significado: Se ha infectado
con los microbios que hay en el hospital.
-
Hoy han ocurrido dos éxitus en Urgencias.
Significado: No… no significa
éxito precisamente… Un éxitus significa
muerte o muerto.
JERGA JURÍDICA
¡Dios nos libre! Además del excesivo uso de latinismos [+], a
veces innecesarios, la jerigonza superlativa y la verbosidad sin límites, hace
muy difícil comprender a muchos profesionales del Derecho.
El escritor Juan
Carlos Arce,
ha dicho al respecto que: “Hay en la Administración de Justicia un
ceremonial, un rito, una escenografía y un lenguaje de reliquia tan feo y tan rancio,
tan absurdo y desusado, que ya no basta con decir que es barroco, sino que es
absolutamente arcaico, a veces anterior al siglo XIV. El ciudadano tiembla
cuando recibe del juzgado comunicaciones dirigidas a él que no es capaz de
entender. Quien lee una comunicación judicial no sabe si le llevan a la
cárcel o si ha heredado.”
Muy
cierto ¿o no? En las últimas décadas todos los Agentes Aduaneros nos hemos
tenido que introducir cada vez más en ese esotérico mundo... a veces no nos
entendemos ni entre nosotros mismos.
Un
ejercicio divertido:
“Existe todo un cúmulo de datos experimentales que demuestran
con claridad que el globo ocular de un legítimo propietario produce en el
bovino objeto de la relación de dominio un proceso de espesamiento del panículo
adiposo.”
Adaptado
de Robert A. Day
Equivale a: El ojo del amor engorda el ganado.
Otra anécdota divertida: “Tengo huebos de
apelar”
Muchos profesionales del Derecho son muy apegados a los arcaísmos y los
utilizan como medio para distanciarse del lenguaje corriente —entre otras
razones—, pero no han faltado quienes ingeniosamente los han aprovechan para
ridiculizar o hacer quedar mal a la autoridad.
Circula
en Internet el relato de un abogado que, en vez de poner un simple "apelo",
se aventuró a utilizar un arcaísmo en la frase "tengo huebos de
apelar", sugiriendo una ambigüedad con espíritu burlón, pero olvidando la
sobriedad que debe presidir todos los actos procesales.
La palabra "huebos", con "h" o sin ella,
figuraba en aquella
época en el Diccionario de la Real Academia Española como una expresión
anticuada de "necesidad", o "cosa necesaria". En la edición
correspondiente al año 2001 solo se mantiene "uebos", como
proveniente del latín opus, pero ha
desaparecido la versión con "h".
Realmente es así, actualmente el DRAE solo conserva la palabra “uebos” (sin
la “h”, desde 1992) pero con el mismo significado de “necesidad”. Se afirma por
ello que el refrán español
"manda huebos!"/"manda uebos!" es una evolución de la
frase en latín mandat opus (la
necesidad obliga),
de manera que “por huebos” significa “por necesidad”.
En el poema el Cantar de mio Cid se
pueden leer algunos ejemplos, tales como: “bien
lo vedes que yo no trayo nada, e huebos me seríe pora toda mi companna
... Nos huebos avemos en todo de ganar algo”.
JERGA DEL COMERCIO INTERNACIONAL
La
organización internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio
entre los países, la Organización Mundial del Comercio (OMC), también
tiene su propia “jerga
oficial”.
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