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LITERATURA
NACIONAL
Me
escribe Eufemia
que
vuelva.
Yo
le contesto: En tierra
repitiendo
pisadas
abre
caminos
el
hombre.
Las
aguas no tienen sendas.
El lago
no guarda huellas.
(Poema: La carta, pág. 78)
Los “Cantos de Cifar y del Mar Dulce” es un libro de poemas escrito por el nicaragüense Pablo
Antonio Cuadra (PAC). Me reencontré hace poco con una vieja edición de
bolsillo que he guardado durante mucho tiempo, creo que la compré -sin mal no
recuerdo- entre 1981 y 1984. Esta edición fue impresa en los Talleres Litográficos de Gurdián, S.A.
en enero 1979 y corresponde a la Tercera Edición Aumentada (la primera edición
es de mayo de 1971).
Se trata de uno de los libros que todos los nicaragüenses
debemos leer, no solo por el mero disfrute de buena poesía –en este caso- sino también
para conocer mejor nuestra geografía y cultura. Los Cantos de Cifar y del Mar Dulce es un libro de poemas de esos que
se disfrutan mejor si se leen secuencialmente, como si fuera una novela, ya que
constituyen una unidad temática.
Los poemas incluidos en el libro recogen las vivencias de
un grupo de pescadores que comparten el mismo escenario: nuestro Gran Lago de
Nicaragua (Cocibolca), llamado también Mar Dulce –por los conquistadores
españoles- debido a su extensión (el segundo lago de América
Latina después del Lago Titicaca y el mayor de Centroamérica). Tiene en
su interior más de 400 isletas, tres islas y dos volcanes, bello escenario
donde el poeta –“que llevaba en el bolsillo una gastada edición de LA ODISEA”- vio
llorar a los pescadores la muerte de Cifar, el marinero cuyo bote le sirvió de ataúd.
El libro, dicen los críticos, constituye
una “epopeya. Una historia de agua contada en versos. Un poemario que
huele a música. Los Cantos de Cifar y del Mar dulce son una de las obras más
emblemáticas de la producción de Pablo Antonio Cuadra, quien logró poner en un
mismo nivel al gran Odiseo con sus riquezas y al humilde Cifar, con sus redes
en busca de peces de agua dulce... PAC exaltó las venturas y desventuras de un
Cifar Guevara que no solo se enfrentó a los vaivenes antojadizos de las aguas,
sino también a los designios del amor y de la vida”.
“Según sus críticos, este libro cuenta con todo el
argumento necesario para ser una novela. Pero su novedad se inscribe
precisamente en la forma en que está contada la historia de este pescador que
al final encuentra la muerte en el mar dulce, justo donde vivió feliz la mayor
parte de su existencia dando paso al mito de ese pescador.”
Algunos
de estos poemas fueron posteriormente musicalizados por el cantautor nicaragüense
Carlos
Mejía Godoy. Algunos de ellos, como “El nacimiento de Cifar”, se pueden
escuchar, otros se pueden ver en Internet:
SELECCIÓN DE
POEMAS
EL NACIMIENTO DE CIFAR
Hay
una isla en el playón
pequeña
como
la mano de un dios indígena.
Ofrece
frutas rojas
a los
pájaros
y al
náufrago
la
dulce sombra de un árbol.
Allí
nació Cifar, el navegante
Cuando
a su madre
se le
llegó su fecha, solitaria
remando
a Zapatera.
Metió
el bote en el remanso
Mientras
giraban en las aguas
Tiburones
y sábalos
Atraídos
por la sangre.
EL MAESTRO DE TARCA (I)
Sentado en la piedra del Águila
el
maestro de Tarca nos decía:
Es
conveniente
es
recto
que
el marinero
tenga
cogidas
las
cosas por su nombre.
En
el peligro
son
las cosas sin nombre
las
que dañan.
LA DONCELLA
En la
Isla del Güis
Lucía
la matutina
es
virgen.
Como
una estrella
madruga.
Cuando
se baña
mariposas
blancas
la
circundan.
Los
sembradores
la
buscan
para
escoger
la
semilla.
Es
mano pura.
Lucía es doncella
y su mirada
puede
cambiar el viento
de tu vela.
LA PARTIDA
Dijo
la madre a Cifar;
-¡Deja las aguas!
Sonó
Cifar el caracol
y riéndose
exclamó:
-El Lago es aventura.
-Prefieres, dijo ella
Lo temario
a lo seguro.
-Prefiero
lo extraño
a lo conocido.
Izó
Cifar los foques
y el
solo ruido loco de palomas
de la vela
lo
llenó de alegría.
-Madre: habla en tu lengua
El techo estable, la casa,
la
mujer. (Dicen
que
las islas son tumbas de mujeres).
El
hombre es nave.
-¡Es riesgo!, gritó ella.
Cifar
sonrió; puso el arpa en la proa
y doblando
el torso tiró de la cadena
y levó el ancla.
Otra vez un niño
salía
del vientre de su madre
al mundo...
EL MAESTRO DE TARCA (IV)
Dijo
el maestro
de Tarca:
Coge
la cigarra
del ala
Al menos
llevas
en la mano
el canto.
EL MAESTRO DE TARCA (V)
Cuida
tus pormenores.
La Pepesca
el más
pequeño
pez
del
lago
en
ciertas aguas
enfurece
busca
el culo del hombre
ágil
se introduce
y
sube
y sube
y
devora
el
corazón indefenso.
LA MUERTE DE ANSELMO
Arrojado por el viento
dió en las piedras
del Dientón oculto
y defondó la barca
Su grito
perforó
la noche
-¿Escuchas, Cifar, escuchas?
¿No es Anselmo?
(“Cuando te vas
-me lo dijeron-
Anselmo ancla en tu puerto
Duerme en tu lecho”)
... pasé de lejos...!
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