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Literatura
La gente estaba
indignada con el viejo del molino
por el musgo que cubría la rueda de su molino.
Lo llamaban ruinoso verdor.
El viejo del molino los dejaba hacer.
Pensaba: De todas maneras pronto descansaré en mi tumba.
Y cada generación tiene su propio musgo
que sin embargo, al final, juzga inútil defender, como yo,
porque cada nueva generación comienza su camino
con ceguera hacia atrás y codicia de lobo hacia adelante,
y termina su camino con nostalgia hacia atrás, donde estaba la vida,
y con el odio vuelto hacia adelante, donde está la muerte.
Si no, podía haberles dicho
que es bueno que el musgo cubra una rueda de molino de madera
eso impide que la sequedad la agriete y la raje.
Así de sencillas suelen ser las cosas,
todas aquellas cosas que uno en su silencio sabe algo,
pero sobre las que considera inútil hablar.
por el musgo que cubría la rueda de su molino.
Lo llamaban ruinoso verdor.
El viejo del molino los dejaba hacer.
Pensaba: De todas maneras pronto descansaré en mi tumba.
Y cada generación tiene su propio musgo
que sin embargo, al final, juzga inútil defender, como yo,
porque cada nueva generación comienza su camino
con ceguera hacia atrás y codicia de lobo hacia adelante,
y termina su camino con nostalgia hacia atrás, donde estaba la vida,
y con el odio vuelto hacia adelante, donde está la muerte.
Si no, podía haberles dicho
que es bueno que el musgo cubra una rueda de molino de madera
eso impide que la sequedad la agriete y la raje.
Así de sencillas suelen ser las cosas,
todas aquellas cosas que uno en su silencio sabe algo,
pero sobre las que considera inútil hablar.
El autor de este texto es el escritor y poeta sueco Harry Martinson, premio Nobel de Literatura 1974 (la traducción es de Francisco J. Uriz).
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